Quedarse sin curro es casi como quedarse sin novio. Te obliga a volver al mercado. De nuevo preparas tu mejor presentación, galas impecables (según estilo), perenne sonrisa y bajo la manga alguna frase brillante (ya se sabe que la preparación es la base de una buena improvisación). Y aquí esto yo, una vez más, vendiéndome al mejor postor. Solo que me hago mayor y como me ocurre con los hombres, me he vuelto más exigente. ¡Niña! ¿cómo te atreves hablar de exigencias con esta crisis que tenemos, la misma que ha expulsado tu culo de la silla que ayer ocupaste?
Pues sí ¿qué pasa? soy una mujer exigente dispuesta a no conformarme...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Yo creo que un poquito exigente sí que hay que ser, aunque yo no me aplique ese cuento precisamente... pero hay que hacerse valer sí señora y paciencia, mucha paciencia...
que me vas a contar. LLevo en el mercado desde agosto del año pasado y alfinal pierdes la sonrisa, no se te ocurre la enésima frase brillante y ni siquiera te adecentas ya. Espero que no te ocurra lo mismo.
Un beso y suerte.
Jo, espero no desanimarme, al menos espero aguantar unos meses con buen tipo y conversación amena...
Publicar un comentario