EL PERIÓDICO DE CATALUNYA
12/2/2009 LOS DÍAS VENCIDOS
Compañeros del metal
JOAN BARRIL
En los albores del sindicalismo clandestino, en esas asambleas de Seat o de Motor Ibérica, siempre vigiladas por la policía, allí donde no se podían dar nombres ni rostros, se oía a modo de invocación al silencio la expresión "¡compañeros del metal!", y a continuación se procedía a la lectura de un manifiesto y se daban unos vivas. El metal era el elemento cohesionador de una protesta en la que sus participantes no se jugaban únicamente el puesto de trabajo, sino también la libertad y en ciertos casos, incluso la vida.Anteayer, unos nuevos compañeros del metal se encontraron para leer un manifiesto y dar unos vivas. Los empresarios del metal están preocupados, y probablemente con razón. Sobre todo, las pequeñas y medianas empresas, los talleres especializados en componentes de la industria automovilística, los fabricantes de productos de la construcción. Pobre empresario del metal, que algún día construyó las cajas fuertes de los bancos y ahora se da cuenta de que tal vez esas cajas son demasiado duras. Los nuevos compañeros del metal se han visto arropados por las grandes empresas y las organizaciones empresariales. Las pymes del metal jamás se habían encontrado en una situación similar y hay que buscar culpables. No quieren admitir que las grandes organizaciones empresariales las han considerado siempre unas meras subcontratables. A las patronales les gusta hablar con los grandes, pero se olvidan generalmente de los pequeños talleres y de sus penas.Pero la cosa está grave. Porque los grandes patronos han descubierto una vez más que los culpables de su mal momento no son ni los bancos, ni los americanos, ni los sueldos de sus directivos, sino los ávidos e insolidarios trabajadores a los que se debería poder despedir sin grandes costes. Una vez más la fórmula de siempre. Y para darle contenido social, se dirigen por primera vez a los pequeños industriales y les invitan a sentarse durante unas horas a la mesa de la protesta. Una cosa son los compañeros del metal y otra, las malas compañías. Los primeros están haciendo lo que pueden para mantener sus empresas. Los otros se disponen a hacer como Woody Allen en su film Toma el dinero y corre.
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1 comentario:
O lo que es peor, de los que no podemos ni ser currante porque no pilló un E.R.E.
Un beso.
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