jueves, 3 de julio de 2008

Melancolía veraniega

Ahora que sé que los veranos ya nunca serán lo que fueron, me vienen a la mente, cual tráileres de película, las imágenes de mis 30 veranitos, o al menos de alguno de ellos.
- Una tarde de disfraces improvisados con bolsas de basura en un camping de Benicassim.
- Excursiones a una casa abandonada en la Playa de San Juan.
- Un paseo en la moto de Roberto, mi gran amor de verano durante muchos años.
- Una caricia a escondidas en un cine al descubierto.
- Un karaoke etílico en un bar de Gandía.
- Idas y venidas en tren con mi madre para trabajar en una gestoría en Valencia mientras dormíamos fresquitas en Cullera.
- Ver las imágenes por la tele del camping inundado de Biescas sentadas en nuestro iglú plantado a la orilla de un riachuelo que crecía por momentos a apenas una hora del lugar de la tragedia.
- Una semana grande en Bilbo. Grande por la fiesta, pero más aún por mis compañeros, Xavi e Iván, que me enseñaron a disfrutar del camping sin pagar.
- Una cena en la Costa Brava, con rueda pinchada incluida e impresionante borrachera.
- Terribles, calurosas y golfas jornadas laborales en Pizza Queen.
- Un ballet con Norma y mi madre.
- Un viaje en tren por Europa para enamorarme de mi marido.
- Una ruta en caravana aburrida pero relajante.
- Y mucho sol, mucha arena, bastante fiesta, algunas resacas, menos locuras de las que ahora me gustaría tener en mi haber…mucho, mucho verano.

En parte estos veranos se los debo a mis padres, que siempre nos concedieron, a mi hermana y a mí, la oportunidad de tener unas vacaciones más que envidiables, de las de poco presupuesto pero mucha ilusión. Más tarde me tuve que ir buscando la vida como pude para darle un toque de festividad a los meses de calor, que ya no siempre fueron vacacionales.
Y me arrepiento de todos los besos que negué, la mano que retiré del muslo cuando lo que deseaba era que me mordiera ahí mismo; me arrepiento de las noches que arruinó el alcohol y también de los helados que no me comí por guardar la línea; me arrepiento de los viajes que no hice por si no me llegaban las pelas; me arrepiento de los vestiditos cortos y ajustados que el pudor me aconsejó no ponerme; me arrepiento de no atreverme a salir desnuda bajo la lluvia aquella tarde de insoportable calor y bochorno; me arrepiento de haber sido cortada, tímida, vergonzosa, responsable y estudiosa. En verano no se puede ni se debe ser así.
Ahora presiento que deberé pasarle el testigo a mi hijo y que sea él el que se vuela loco de contento cuando en junio cierren la persiana del colegio. Y si puede ser, que yo también lo disfrute a mi manera…



4 comentarios:

Anónimo dijo...

El truco (si es que tiene que haberlo), es disfrutar cada estación del año con sus temperaturas, sus inspiraciones, sus colores, y sus...sueltaté el pelo y haz locuras (con moderación, pero no mucha). !Viva el camping, la playa, la nieve, la montaña, los festivales alternativos, las rave (se escribe así?), TODO ! QUE VIVA ESPAÑA, COÑO...!
Rr.

Bego dijo...

¿Qué viva España? a mi, se me dan a elegir, me piro a Islandia...

Norma dijo...

Jajajaja jo, me doy cuenta que hemos pasado muchos veranos juntas eh?? jajaj(joer somos hermanas...). Gracias por ser, una vez más, la memoria de mi infancia. Y una pregunta, lo de la rueda pinchada era en Rosas? Esa noche?? jajajajaja
Norma

Norma dijo...

Bego, no podias haber escogido mejor la canció.